La difteria en los niños

La difteria es una enfermedad provocada por una bacteria que libera una toxina causando, en un primer episodio, unas pseudomembranas en las mucosas de las vías respiratorias (nariz y garganta).

Esta capa que se forma dificulta la respiración y la deglución, además de provocar fiebre. Por eso en estas primeras fases, la difteria puede confundirse con faringitis u otras patologías de las vías altas.

Si la enfermedad prosigue aparecen otros síntomas más graves como taquicardia, visión doble…Cuando la difteria está muy avanzada la toxina pasa al torrente sanguíneo pudiendo afectar al corazón, los riñones y al sistema nervioso pudiendo llegar a ser mortal.

Esta bacteria se propaga con mucha facilidad a través de la tos, los estornudos o bebiendo del mismo agua que una persona infectada. Los primeros síntomas no suelen aparecer antes de 3 días y una persona infectada es contagiosa desde el primer día y puede seguir siéndolo hasta un mes después.

Para tratar esta enfermedad se utiliza una antitoxina especial, de origen equino, y antibióticos. En función de la fase en la que se encuentre la difteria, el paciente puede necesitar ayuda para respirar o medicación específica para el corazón o los riñones. Durante todo el tratamiento y hasta que se descarte la presencia de la toxina, el enfermo deberá estar aislado.

En el momento en que se detecta un caso de difteria, a todas las personas que han estado en contacto con el infectado se les realizará las pruebas para ver si han sido contagiadas o no, se les reforzarán las vacunas y deberán tomar los antibióticos como medida preventiva.

La difteria es una enfermedad casi erradicada en nuestro país gracias a las campañas de vacunación sistemáticas. De hecho la única medida de prevención contra ella es la vacuna DTP y que se aplica en varias dosis protegiendo de la difteria, el tétanos y la tos ferina.

 

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